¿Adónde vas, pajarillo de domingo?
con las alas empolvadas de volar
y el camino recorrido, solo un juego del azar, pregunto
¿Adónde vas, pajarillo de domingo?
con las alas empolvadas de volar hacia el mar, hacia el mar.
Una voz, una luz como una obsesión.
Falta más, dale fuerza a tu corazón.
Dale fuerza, o el camino se hace largo, y no habrá tiempo
tiempo para vos.
¿Con quién contás, pajarillo de domingo?
Con qué viento llegarás a aquel lugar
donde el agua y el alpiste sean parte de volar, pregunto
¿Con quién contás, pajarillo de domingo?
¿No habrá mano donde puedas apoyar tu canción, tu canción?
Una voz, una luz…
Entre cuatro paredes, escondía un huracán
y bajo su cama, siete estrellas.
Náufrago silencioso de variadas estaciones
y una arena de ilusiones, que corría entre sus dedos.
Dejó correr el alma cuesta arriba por la calle
y el fuego de la tarde devolvió su corazón.
Dejó correr el alma cuesta arriba por la calle
y en un vendaval de voces, la encontró.
Liberó un arco iris de la última gaveta
y el cerrojo de la puerta, lo cambió por un abrazo.
Una noche tranquila, se escapó sin saber donde
pero el agua de su nombre, hizo germinar los campos.
Dejó correr el alma…
Letra: Melvin Méndez
Cuando escuches la sirena, amor mío
te estaré esperando.
Mi refugio es cálido, áspero y profundo.
Junto a los que tienen miedo, amor mío
te estaré esperando.
Una máscara en el rostro y un vestido azul.
Una máscara en el rostro y un vestido azul.
Ay, guerra, madre de todas las guerras,
¿Donde está el que gana? ¿Dónde esta el que pierde?
Comenzaste cuando yo era niña, ahora tengo dieciséis
Tengo dieciséis de aborrecerte.
Aunque el cielo sea negro, amor mío
te estaré esperando.
Una flor entre mis manos te servirá de señal
Y cuando la flor se acabe, amor mío
te estaré esperando
Y cuando la guerra acabe, estaré esperando
Y cuando la guerra acabe, tal vez, estaré esperando.
Ay, guerra, madre de todas las guerras…
Vida, viento, huracán
Sol entre mis manos
Y la veo venir, con un cascabel dormido entre los pies
con un cascabel dormido entre los pies.
Un cascabel dormido, ineludible y vivo,
más ella sigue andando sin parar.
Vida, volcán activo, en nuestra sangre río
Fuego contrarreloj.
Vida, viento, huracán…
Manos, delante de las vitrinas
Voces, entre estridentes bocinas
Ojos, no necesitan palabras
Cuerpos, de ropas deshilachadas.
Vuelas para no verlos de frente
Rompes tu dignidad con los dientes
Caras de niños envejecidos
Sueños entre los caños tendidos.
Y el espacio es cada vez más grande, y el contraste cada vez más cruel
Las preguntas cada vez más blandas, aunque estén pegadas a tu piel
Y el somnífero de indiferencia viene en diarias dosis de papel
Te distraen con colores vivos, te apaciguan con colores vivos
Te encandilan con colores vivos, de hojalata y de oropel.
Manos, delante de las vitrinas
Voces, entre estridentes bocinas
Ojos, no necesitan palabras
Cuerpos, de ropas deshilachadas.
Busco la carne de éstas canciones
Algo que desbarate los roles
Agua que nos despierte en el alma
Grito que despedace la calma.
Y el espacio es cada vez más grande…
Justo al final de la historia
cuando ya nadie pensó que podía suceder
una brisa de otoño la llenó
Y como lluvia mojó sus entrañas
para hacer resucitar lo que solo se durmió
con los años de puesta de sol.
Y hacia sus brazos corrió
como niña adolescente entre las manos del amor
y la vida le abrió las ventanas
como suele suceder con aquellos que se atreven
a probar lo improbable.
Contra consejos prudentes
de los muchos que intentaban hacerle recordar
que su plazo de amor ya se venció
dejó el pasado entre fotografías
amarillas y guardadas, como anclas a un ayer
que arrancó para amanecer.
Y hacia sus brazos corrió…
No has cambiado nada
desde tu risa hasta tu forma de escuchar
los mismos gestos iluminando tantas frases por terminar.
Dichas y angustias
como inevitables síntomas de amar
con la mirada abierta a todo
y el corazón, echó a volar.
Háblame del tiempo, de las tardes, de aguacero interminable
como aquellos sueños entre tazas de café
Háblame de cosas que has logrado, de lo que te ha costado
Cómo pasa el tiempo; háblame.
¿Cómo ves tu vida? ¿Sentís que estás donde soñabas con estar?
¿O será que el paso de tantos años nos diluye en conformidad?
Cuando cae la noche, y quedas con el tiempo para repasar
arrepentíte solo de aquello que no te atreviste a probar.
Háblame del tiempo...
Necesito un lugar para gritar, para llorar, estirar los brazos
Borbotones de metal que salgan de mi pecho
Necesito un poco de claridad, claridad entre ceja y ceja
o algo que despeje la mañana.
Cuando el peso me derrumbe, y la noche me amordace
y los muros dejen ciega a la ciudad
buscaré tu mano a tientas, entre el humo y la maleza
Y haré el esfuerzo por resucitar.
Necesito un lugar para estallar, reventar, desangrar el alma
o algo que me aplaque los sentidos
Necesito una opción para escapar, escapar sin dejar un rastro
descolgar las cuerdas sin pensar.
Cuando el peso me derrumbe…
Letra: Mario Benedetti
No te quedes inmóvil al borde del camino
No congeles el júbilo
No quieras con desgana
No te salves ahora, ni nunca, no te salves.
No te llenes de calma, no reserves del mundo
solo un rincón tranquilo
No dejés caer los párpados
pesados como juicios
No te quedes sin labios, no te duermas sin sueño
No te juzgues sin tiempo.
Pero si, pese a todo, no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana, y te llenas de calma
y reservas del mundo solo un rincón tranquilo
y te duermes sin sueño
y te quedas inmóvil al borde del camino y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
Si no recuerdo mal, fue un diecisiete de febrero
con vientos de diciembre, con sueños de abril
Se despertó mirando el camino recorrido
y oyó una voz muy dentro de sí.
Si caminás al viento, de cara al mar
si perseguís la ruta del sol
encontrarás un puerto en donde anclar
sin traicionar tu propio color.
Descendió por las gradas despacito y en silencio
por no despertarlo, no retroceder.
Sin mirar los recuerdos, cerró tras de sí la puerta y
la calle la invitaba a correr.
Si caminás al viento…
Hoy el sol salió temprano y el bus pasó después,
y el geranio en la ventana pidió agua
Hoy venció el plazo para el último papel,
aunque espero que lo alarguen a mañana
Hoy corrí entre las caras, y sus ojos no los ví,
y el almuerzo a prisa no me supo a nada
Y el reloj de la cocina da la una y diez, todo el día da la una y diez.
Hoy la agenda para el jueves se llenó un poco más;
la del viernes se complica para siempre
Hoy te dije ¨cómo estás¨, pero no te lo pregunté;
te diluiste entre las sombras de la gente
Fue preciso apresurarme por la cita de las seis,
y acordarme de ser dulce y elocuente
Y el reloj de la cocina da la una y diez, todo el día da la una y diez.
¿Qué será que entre sucesos y la página social
del periódico, que ojeo sin ver nada
Se me cuela un frío extraño entre los sorbos de café,
y no sé si hoy es hoy, o es mañana?
Por la radio me recuerdan los productos por comprar,
y dos minutos más para tender la cama
Y el reloj de la cocina da la una y diez, todo el día da la una y diez.
Desde hace siete horas, tres semanas y un mes
que no logro descifrarme en lo que siento
Desde luego, siempre hay cosas más urgentes que pensar,
y no puedo prescindir de este momento
Si esta vida es un cronómetro de círculos sin fin,
qué será que me consuela en este tiempo
Que el reloj de la cocina da la una y diez, todo el día da la una y diez.